Día Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo

El Día Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 23 de diciembre de 1994, en su resolución A/RES/49/214.

En 2004, la Asamblea proclamó un Segundo Decenio Internacional, del 2005 al 2015, con el tema «Un decenio para la acción y la dignidad».

Como la mayoría de las fechas que puso las Naciones Unidas, debido a la presión de los pueblos y algunos gobiernos populares, se van vaciando y quedan para que, en algunos lugares se realicen, fiestas recordatarorias que nada tienen que ver con el sentido que los pueblos originarios han buscado: reconocer su cultura y sus derechos a permanecer en las tierras que recibieron de sus ancestros.

No podemos hablar del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, sin hacer mención a como son desalojados de sus tierras por la maquinaria infernal de hacer plata y más plata, que amplía la frontera agropecuaria y que llena de soja a costa de arrasar con los bosques nativos.

No podemos dejar de hablar que esta situación se emparenta con la cruda realidad de que estamos ante un gran riesgo de desertificación, fenómeno de degradación de la tierra que afecta principalmente las zonas áridas, semiáridas y sub-húmedas secas y que los más perjudicados son los campesinos pobres y dentro de ellos los indígenas, que deben soportar que permanentemente sean violentamente desalojados de sus tierras, que por cientos de años les han pertenecido, porque justamente son SUS tierras que han habitado y protegido desde siempre.

Las principales causantes de esta degradación son las grandes actividades rurales, que al no respetar los ciclos naturales de la tierra, se han convertido en no sustentables, ya que se ha impuesto: el cultivo intensivo, principalmente para la producción de granos; la excesiva carga animal de la ganadería exógena, que produce sobre pastoreo y pisoteo de las tierras; el avance de la frontera agropecuaria hacia la zona de bosques y consecuente deforestación; el uso indiscriminado y asesino de agroquímicos; la extracción intensiva de árboles, principalmente en zonas frágiles, etc,.

Todas estas acciones producen agotamiento de los suelos, merma en la productividad de los cultivos y pastizales, pérdida de la cobertura vegetal, por lo que el suelo queda expuesto a la erosión hídrica y eólica causando pérdida de nutrientes, inundaciones, deterioro de la calidad del agua, obstrucción de ríos, corrientes y reservorios con sedimentos. Todos estos impactos contribuyen en gran medida al cambio climático global, que los países centrales siguen produciendo, a pesar de los grandes internacionales como Río+20 que son verdaderas burlas a los pueblos del mundo.

Junto a la degradación ambiental surge el empobrecimiento de los pequeños productores rurales, de las poblaciones indígenas relacionadas al medio, la pérdida de sus sistemas tradicionales de producción, migraciones, exclusión social, incremento de las enfermedades asociadas al deterioro ambiental.

Como explica el Biólogo Luis Ricardo Bareiro, “en los últimos años el proceso de la globalización se ha instalado en todo el mundo, generando grandes cambios principalmente en el escenario político y económico de todas las sociedades”.

No nos queda mucho tiempo. De poco sirve los actos recordatorios, si no vienen acompañados de medidas. Reclamemos respeto a los derechos de los pueblos originarios y medidas para salvar a la Madre Tierra.

Reclamamos que se ejecute la ley de Bosques y se ponga fin a la mega minería y así podremos hablar del día internacional de los pueblos indígenas.
No nos cansaremos de repetir que EL FUTURO ES HOY.

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