Marcha contra la megaminería y la derogación de la Ley Antiterrorista

La Cordillera de los Andes es símbolo de la liberación americana.

El jueves 16 de febrero por las calles de Buenos Aires, miles de personas le dijeron NO a la minería y se pronunciaron contra la ley Antiterrorista, con una marcha que se inicio en la Plaza de los Dos Congresos y culminó, ya entrada la noche, en la Plaza de Mayo, haciendo previamente un alto frente a la oficina de la Secretaría de Minería Buenos Aires donde los manifestantes se pronunciaron contra el modelo extractivo, en sus múltiples manifestaciones, que nos está empobreciendo, contaminando y matando.
La actividad fue un claro rechazo a la política minera de un Gobierno que se vanagloria de su defensa de los Derechos Humanos, pero entrega los recursos naturales y pone en riesgo la vida de miles de personas.

La movilización contó con la adhesión y el apoyo de cientos de organizaciones. Podían verse las banderas de la UAC, del Encuentro InterCuencas, de Unidos por el Río de Vicente López, de No a la entrega de la Costa de Avellaneda y Quilmes, y de decenas de otras grupos ambientalistas porteñas y provenientes del Gran Buenos Aires. A ellos se sumaron  los organismos de derechos humanos, organizaciones estudiantiles, sindicales, sociales y políticas.

Ya en la Plaza de Mayo se leyeron adhesiones de todos los rincones del país, y los compañeros de las asambleas de Catamarca, La Rioja y Tucumán dieron lectura al documento acordado conjuntamente por todas las organizaciones convocantes.

Dirigentes aborígenes destacaron que los funcionarios no entienden que son sólo nuestros representantes, y destacaron el derecho a la vida. Proclamaron que la Cordillera de los Andes es un emblema de la liberación de los pueblos americanos y hoy la están convirtiendo en símbolo del sometimiento.

El documento recordó lo vivido en estos últimos meses en Belén, Famatina, Tinogasta, Andalgalá, Amaicha, y Cafayate, poniendo especial atención en que es una lucha que se viene librando desde hace años, y no es una oleada que extrañamente se dio en estos últimos meses como intenta describir la Presidenta de la Nación. La resistencia en Esquel y Uspallata, años atrás, son demostrativo de ello.

La lucha por la defensa de nuestros recursos no es nueva. Lo nuevo es que ahora desde las instancias gubernamentales se ha sumado la represión, la criminalización de la protesta y la amenaza de aplicar la nueva ley antiterrorista.

El documento pone de manifiesto que la lucha tiene sobrados fundamentos, que está probado que la minería a cielo abierto contamina y mata. El debate no es sólo qué químico usan sino en la cantidad de millones de litros de agua que consumen, dejando a los pueblos sin ese vital elemento.

Para que haya un debate serio, primero hay que suspender las obras de megamineria.

 

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