Viaje a un barrio que no existe

Durante la gobernación de Antonio Cafiero y como parte de un ambicioso proyecto habitacional, que incluía campos de deportes, espacios verdes y un centro cultural (obras que nunca se hicieron) se construyó el Barrio 3 de junio de Plátanos. El barrio nunca se terminó y quedaron 2 manzanas vacías, las más cercanas al arroyo Conchitas.

Unos pocos años después llegaron a este lugar familias con necesidades habitacionales y ocuparon ese espacio donde el barrio se había detenido. No les fue fácil. El municipio llegó a utilizar la fuerza policial para desalojarlos, les tiraron abajo sus precarias viviendas, pero no pudieron con ellos gracias a la solidaridad de otros barrios, organizaciones sociales, un grupo pequeño de concejales y fundamentalmente la firme decisión de quienes habían llegado hasta allí impulsados por la necesidad de encontrar un lugar para edificar su hogar.

Los vecinos se costearon el tendido de agua corriente, después de muchos años consiguieron que Edesur los proveyera de luz, pero el municipio les negó las cloacas y el pavimento por considerarlos intrusos. En estos últimos 15 o 16 años en estas dos hectáreas fueron construyendo casas similares a las del primogénito barrio que construyó Cafiero, pero nunca pertenecieron al barrio 3 de junio. Siempre, por la presión del municipio, fueron rechazados.

Pasó el tiempo y la franja que quedó libre en las orillas del arroyo Conchitas se empezó a poblar de casas muy humildes, terminando de conformar la geografía actual. 

Esas casi 100 familias, las de hace casi 20 años y las que se fueron agregando, y quedaron entre la Av. Mitre, la calle 41, el Polo Maderero y el arroyo Conchitas para el delegado municipal no existen porque viven en tierras ocupadas, aunque el municipio cobra las tasas por alumbrado, barrido y limpieza, servicios que no provee. Y aunque claro está, existen, en tanto son personas con derechos (como todas). Lamentable y peligrosa respuesta municipal que cree tener la potestad de decidir que algunas personas existen y otras no.

La realidad es que a 50 metros del espacio de juego de los niños y a 100 metros de la Sala de Primeros Auxilios, siguen con las calles sin asfaltar. Hace más de 3 años que no tiene recolección de residuos. Las cloacas, que solo llegan hasta la calle 41, están rotas y los desechos que emergen a la superficie corren por las zanjas del barrio, desechos que cuando llueve se meten en las casas y que los fluidos que logran correr por el caño van a desagotar en el arroyo, no sin antes causar estragos en varias casas del nuevo y más precario barrio.

En este barrio inexistente viven decenas de niños. Y son los niños, a pesar de ser portadores de los derechos supremos, los que más sufren las violaciones ambientales que hacen de su barrio un lugar inhabitable. Son en los que a simple vista se notan los efectos de insalubridad de la barriada.

El 3 de junio invisible es el claro ejemplo de cómo el medio ambiente, la salud y la situación habitacional son parte de una misma ecuación, y que su violación siempre perjudica a los más necesitados y constituyen violaciones a los derechos humanos.

Estamos ante una verdadera tragedia socio-ambiental que tiene como responsable la desidia de un sistema que no termina de aceptar que tener una vivienda digna, en un ambiente sano, y provista de todos los  servicios urbanos es un derecho y no un favor que conceden los gobiernos. Esa responsabilidad, en este caso, está en manos del Intendente Patricio Mussi y los concejales de Berazategui.

Desde el Foro en Defensa del Río de la Plata, la Salud y el Medio Ambiente reclamamos la inmediata solución a este grave problema social, ambiental y sanitario, llamamos a la solidaridad de la población de Berazategui y manifestamos nuestro compromiso activo para acompañar a los vecinos que reunidos en asamblea han resuelto luchar por sus legítimos derechos.

 

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