En la lucha socio-ambiental predomina la presencia combativa de la mujer

 

«La vida es un todo, es un círculo.
Deberíamos eliminar lo que destruye ese círculo,
y fortalecer y nutrir lo que lo mantiene».

Julekha Begum, (campesina de Bangladesh)

 

 

El día Internacional de la Mujer fue propuesto por la dirigente comunista alemana Clara Zetkin en 1910, durante el Congreso Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague, en recordación a la lucha de las obreras textiles en Nueva York, quienes en el año 1857 ocuparon la fábrica en la que trabajaban reclamando igualdad de salarios y una jornada de trabajo de 10 hs. Este movimiento terminó con la muerte, en un incendio, de 146 costureras. 

Es una jornada de lucha y no de festejos, como se ha tratado de instalar en los últimos años, particularmente desde que en 1977 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció al 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer. 

Es otro hito del movimiento obrero y popular, a nivel mundial, en su larga lucha por sus derechos y que en estos días adquiere diferentes formas y contenidos.   

Aquellas fueron las primeras décadas de la Revolución Industrial, y con ella el comienzo del poder de la burguesía, el comienzo de la producción de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano, oxido nitroso) en la atmósfera. Ello marcó un aceleramiento en la destrucción del ecosistema. Fueron los años de la expansión del capitalismo industrial en todo el planeta, lo que trajo no solo nuevas formas de explotación de los obreros y obreras sino también una aceleración en la destrucción del ecosistema de la tierra. ¿Es esta la única manera de vivir en la tierra? ¿Es esta la única forma posible de utilizar recursos naturales? 

Las últimas décadas, con la consolidación de un modelo productivo en base a la extracción de recursos naturales no renovables, encontró a la mujer en la primera línea del combate. Para enfrentar esta nueva racionalidad económica extractiva, se conforman una multiplicidad de asambleas socio-ambientales, en las que predominan mujeres. Un ejemplo claro de esta afirmación lo muestra la capacidad agencial y de organización de las mujeres que participan en la “Asamblea de Vecinos Autoconvocados por la Vida” de Tinogasta, que en su resistencia cotidiana, intentan preservar sus modos de vida, tal cual lo relata y demuestra la Lic. María Comelli en su trabajo “Autoconvocadas por la vida. Mujeres en acción frente a la megaminería a cielo abierto en Tinogasta, Catamarca”. 

Esta particularidad no es exclusiva de la asamblea de Tinogasta sino que la participación de las mujeres en los movimientos socio-ambientales es un rasgo distintivo tanto en Argentina como en toda América Latina. Según comenta Comelli, es Martínez Allier quien afirma que la fuerte presencia femenina en los conflictos en torno a los recursos naturales se debe al papel social asignado a las mujeres con respecto a la reproducción social de la vida. A su vez, Giarracca destaca que: “Son ellas quienes a través de la organización y participación recuperan sus voces públicas y sostienen discursos que cuestionan las bases mismas del proyecto globalizador-neoliberal. Critican al “agro-negocio” y a los proyectos extractivos como los mineros; bregan por el agua, los montes y las yungas (valles cálidos que hay a un lado de los Andes) que son la fuente de la biodiversidad. 

Lo mismo podríamos decir de todas y cada una de la luchas socioambientales en las que participamos desde el Foro, en todas ellas vemos a las mujeres como el factor más dinámico y decidido. Son las más emprendedoras y como se dice vulgarmente “las que van al frente”. Por ello nosotros queremos recordar a la mujer luchadora a la que busca, averigua, aprende como defender la salud de toda su familia y particularmente la de sus hijos.

 

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