Río de la Plata: Mar del Plata de los pobres


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Los medios periodísticos de nuestros país, gráficos, radiales o televisivos están dedicando centenares de notas para hablar de lo mal que viene la temporada veraniega en la costa o como se llenó de argentinos Florianópolis o Punta del Este. Notas cargadas de distintas intencionalidades políticas: de si los argentinos no podemos veranear más o si ahora alcanza para hacerlo en el exterior. La constante es que ninguna opinión tiene fundamentos sólidos, pero eso es lo de menos pues se trata de hablar y si se puede sumar algo para sus “concienzudas” opiniones mejor.

Pero, en ningún lugar hemos encontrado que le hayan dedicado algo de tiempo periodístico a comentar donde van los pobres, los que nunca veranean: ni con este, el anterior o cualquier otro gobierno.

Días atrás, en una de nuestras habituales recorridas por la costa del Río de la Plata pudimos volver a observar, como todos los años, como miles de nuestros compatriotas soportan la ola de calor bañándose en la costa de este río altamente contaminado y que sigue a la espera de que alguien haga algo para detener su contaminación. Eso si en todos los rincones donde haya gente esta lleno de carteles que prohíben el ingreso en sus aguas, hasta hay bañeros.

En la Costa de Hudson, son miles los árboles que voltearon para hacer un murallón de 3 metros de alto por dos kilómetros de largo y un camino costero de iguales dimensiones que se convirtieron en una barrera para el libre movimiento de las aguas del río, para su normal vinculación con los humedales, es decir zona de recarga de los acuíferos previa descontaminación natural. Obviamente, la cuestión es el negocio inmobiliario. Ahora la gente mas sencilla no solo se baña en aguas contaminadas sino que no tiene sombra para paliar el calor si es que sabe que no debe bañarse en el Río de la Plata. Para conseguir árboles tenés que pagar en un camping privado.

En la Costa de Berazategui, los árboles están en un “casi camping” privado. El agua obviamente es la misma, pero con el agravante que a unos 2000 metros desaguan más de un millón de metros cúbicos diarios de desechos cloacales sin ningún tipo de tratamiento previo. De paso no está de más recordar que la insuficiente planta de pretratamiento de estos líquidos (varias veces inaugurada) aún no funciona.

Algo parecido podríamos decir de la costa de Bernal o de Domínico o de cualquier otro lugar.

Pero, sin dudas es la costa de Quilmes donde se juntan cientos de personas durante todo el verano. Es el lugar que tiene toda la infraestructura necesaria para pasar un día al aíre libre y utilizar las aguas del tercer río más contaminado del Mundo. Es el símbolo de la desprotección.

Aquí, además de bañeros, hay primeros auxilios y policías. Lo que no hay es conciencia de que esos cientos de niños y adultos que se bañan en las aguas del Río de la Plata corren el riesgo de contraer enfermedades, problemas digestivos, infecciones en algunas lastimaduras, etc.

Claro, el calor es mucho, en esta parte del territorio argentino cada vez más tórrida por el llamado efecto invernadero, y la gente necesita resolver como paliar el calor. La culpa una vez más no es de la gente, que ni sabe de los riesgos. La responsabilidad es de las autoridades nacionales, provinciales y municipales que nada hacen por sanear el Riachuelo, el rió Lujan, el Reconquista y los arroyos que arrastran  permanentemente los desechos de miles de industria, que no tratan los líquidos antes de arrojarlos en estos arroyos. Estas realidades más los desechos cloacales que permanente terminan en el Río de la Plata son sus principales contaminantes.

Esta es la historia de todos los años, es la historia de los olvidados de siempre, es la historia de quienes tienen la responsabilidad de respetar los derechos del pueblo pero piensan en los negocios y pisotean esos derechos. Es la historia de la permanente agresión a la madre tierra. Esta es la historia que queremos cambiar y que por eso peleamos.

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